Kokoro presenta una historia con variadas lecturas posibles. Su dramaturgia, sustentada en imágenes, permite al espectador ser testigo de instantes del pasado y del presente, y lo invita a establecer su propio orden en el tiempo.
De esta manera, Kokoro es un universo de significados, una historia con puertas abiertas que conducen a diversas realidades y diversos dramas. El espectador las atraviesa y es entonces cuando Kokoro comienza a latir; cuando los sentidos entrelazan, con sutil tejido, las anécdotas de los personajes con los recuerdos y sueños del espectador.